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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Horas quemadas



De negro turbio el calor que aguarda
de oscuridad solemne el viso de tus ojos.
Como he de medir el tiempo de frío
que incómodo persiste en la intemperie...
y sin embrago mece el recuerdo quieto
aquel rostro que de exiguo gesto se aferra a mi sien.
La simetría de unos muros inalcanzables
y el andén que guardó antaño, la llegada del viejo tren,
son el amarillo y ocre que quedan de las horas
quemadas en el sueño.
Ahora, al besar el aire, que vacío se adorna del atardecer
me apresuro a evocar un amor tardío
que consiguió eclipsar las huellas de un cuerpo
que se esconde en el tiempo.
De negra noche y albores  de azogue me cobijo
de la oscuridad majestuosa me envuelvo
porque de tus ojos de sombra colmados
he conseguido alejar mi alma...